Beatriz Zamora en el taller.
Foto: Rubén Pax.
Trazos-improntas emergen del pequeño ritual cotidiano de Beatriz Zamora que acompañan su respirar, contacto poderoso y sutil de la vida. Nemotecnia esgrafiada de lo sublime, grafismos hierofánicos unidos al 100 X 100 con igual número de sencillos pensamientos de lapidaria sutileza que transhuman vida, sabiduría y belleza.
Nervaduras cósmicas al carbón. Evolución simultanea de las tres grandes efemérides de la historia del cosmos: el origen del universo, la primera célula y el conocimiento -conciencia-. Acompañadas y subsumidas éstas por el 73 por ciento de energía oscura y el 23 por ciento de materia oscura que coexisten y determinan a nuestro exiguo -y pletórico de incertidumbre- 4 por ciento universo bariónico (de protones y neutrones) perceptible e infinito. Desmesura potencial y tangible del corazón de Zamora que evoca, desde el individuo, el colectivo universal de la humanidad-fractal.